UA-67133534-1 Livesmiling.: 2015

31 de diciembre de 2015

2015

Ha sido un año increíble. He aprendido y crecido tanto que aún parece mentira que tan sólo hayan pasado 365 días. Sí, he llorado hasta casi no poder levantarme, casi la vida me gana un pulso en el que apostamos un paso más hacia delante.

Este año he aprendido que de verdad hace falta caer en un abismo para poder ver las cosas que realmente importan. Porque es en la oscuridad donde podemos ver de verdad ese brillo que te llevará fuera de ese pozo, por pequeño que parezca.

He aprendido que hasta las palabras que escribí en su día se pueden borrar o tirar a la papelera si uno quiere. Pero que no servirá de nada si tu cabeza no quiere hacer lo mismo. Que todo lo que de verdad nos duele está ahí arriba, en una cuerda que tiene el nombre de recuerdo y que nos aprieta y asfixia, porque queremos, porque a veces le damos más vueltas de las que debemos, embelleciendo recuerdos que no son tan especiales o haciéndolos peores de lo que fueron.

Pero, ¿sabéis?
También he sabido caer en la arena sin poder levantarme, de la risa, mirando cómo el hombre que más me ha querido se reía a la vez de verme ahí tirada.

He aprendido que el amor puede doler, mucho. Pero es así como realmente sabemos que existió de verdad. No hablo tan sólo del amor entre una pareja. He perdido personas de mi familia, amigos por los que habría puesto el corazón en el fuego, he perdido sueños...
Y tenían razón. Siempre hay una razón. Y la mayoría de las veces es aprender.
Aprender que no te pueden hacer daño si tú no les dejas, si los alejas.
Aprender que de verdad hay personas que te intoxican.
Aprender que hay otras de las que hay que rodearse porque te hacen mejor cada día.
Aprender que la muerte es una realidad mucho más cercana de la que jamas podremos percibir.
Aprender que nadie muere hasta que se apague el último de su recuerdo.
Aprender que tu familia es esa que siempre está ahí, hasta cuando no te acuerdas de ellos porque te va bien. Porque, qué fácil es acostumbrarse a lo que nos hace feliz.

Aprender que hay que agradecer todo. Hasta lo malo. No sería la misma sin todo eso.

Gracias a esos amigos que se fueron.
Gracias Shira, cómo marcaste un antes y un después en mi vida.
Pero sobre todo, gracias a las personas que siguen antes y después de acabar este año.
Gracias a mis amigos de verdad, sois la sonrisa de mi vida.
Gracias a mis primos, es increíble que la familia no se elija y a mí me haya tocada esta.
A mi hermana, tan diferente a mí y que tanto me enseña y entiende.
A mis padres, por quererse como se quieren, me enseñan que el amor es paciencia, por haberme educado como lo han hecho y por saber salir y sacarme de cada bache. Sé que el viaje de este verano llevaba mi nombre.
Gracias a mi Haku. Que llegó por casualidad y que tantos calentamientos de cabeza nos da, que sería de mí sin escuchar tus patitas por el pasillo.
Y gracias Cristián. Ese brillo que apareció en la más cerrada oscuridad. Porque no sabía qué era amar hasta que tú me enseñaste a querer morderte, besarte, matarte, quererte, a hacer la guerra y el amor, a querer ahogarte y cogerte de la mano para bucear, por querer huir de ti y tirarme a tus brazos. Todo a la vez. Porque supongo que el amor es eso. Todo. Eres mi mejor amigo, con ese del que me reiría toda la noche agarrada a una cerveza que acabaría tirándole. Eres ese hermano que me protege de las personas que han intentado hacerme daño este año. Eres esa personas que lo es todo desde que no era nadie en mi vida.
Tengo tantas cosas que agradecerle a este año, aunque desee que acabara, has conseguido ser uno de los mejores años de mi vida.
Gracias 2015.

6 de noviembre de 2015

Fifi

- Kuka, ¿cuánto mides?
+ Casi 1.80, abuelo.
- Anda, ¿y me sacas una cabeza ya? jaja. Cuando yo era joven medía más de 1.80, ¿sabes? Y eso a tu abuelita le encantaba, porque ella era también muy alta como tú y llegué yo y le quité el complejo. En aquella época no había tantas mujeres altas como ahora.
Un día le pregunté a mi prima "¿Quién es esa niña tan guapa?", y ella me respondió que José Fina, que era una niña con muchos pretendientes y que me olvidara de ella. Pero un día llegamos a una fiesta y oí cómo le decía a uno de sus pretendientes "Yo conozco a ese niño tan largo", refiriéndose a mí sabes Kuka, el largo, qué cosas tenía. Entonces el pretendiente quiso sacarla a bailar pero yo no quería, cómo iba a bailar mi Fifi con otro que no fuera yo, ¡ni hablar! Y entonces me acerqué al tocadiscos y lo quité jajaja. Corté la música, Kuka.


6 Noviembre 2015.
Ya hace más de 5 años que se fue, y él sigue hablando de cosas que ocurrieron hace más de 60 años como si fuera ayer. No habla de regalos. Ni de aniversarios. No. Sólo de momentos. Del principio y de cómo se conocieron.
No sé si estará bien poner esto aquí o no, pero creo que algo tan bonito como el amor, ese puro del que cuesta encontrar, debería estar en todos los rincones. Y yo no quiero olvidar estas historias que me cuenta una y otra vez sin cansarse desde hace ya tanto. No me canso de escucharlas ni de emocionarme aunque me las sepa de memoria. Eres un crack don Natalio.

25 de octubre de 2015

Memoria y olvido.

"La memoria es una función del cerebro que permite al organismo codificar, almacenar y recuperar la información del pasado"
"Olvidar es una acción involuntaria que consiste en dejar de recordar, o de guardar en la memoria, información adquirida."

Así define wikipedia a dos amigas que hace tiempo se pelearon para no volverse a hablar...

Sabéis, ojalá la memoria volviera a hacer un hueco al olvido, a no andar tirada en cualquier barra de bar, agarrada a un vaso que guarda más lágrimas que alcohol.

Las cosas más vitales de nuestra vida son involuntarias. 
Respiramos involuntariamente, nuestro corazón late involuntariamente... dime entonces, por qué olvidar es involuntario y cuando lo necesitamos como el respirar o el latir de nuestro corazón, la memoria se aferra al recuerdo.

Dicen que en realidad sólo recordamos la última vez que evocamos ese momento, que cada vez esas imágenes en la cabeza se parecen menos a lo que en realidad ocurrió. Tal vez por eso cada día odio más las cosas que más me dolieron en su momento, o menos... quién sabe, nadie puede volver atrás.

Si alguna vez me pidieran un consejo para olvidar, les diría que recuerden. 
Que recuerden una y otra vez. 
Que evoquen. 
Que les duela. 
Se desgarren.

Paradójico o no. Tan sólo es mi opinión, una chica que ya tuvo que olvidar. 

Toca cada uno de esos recuerdos, recorre esas calles y esos bancos. Y sobre todo, hazlo solo. 
No te arriesgues a que tu cabeza haga esas odiosas comparaciones que nadie merece, porque ninguna persona merece pagar un pasado en el que no estuvo.

Desgárrate por dentro, llora, grita... aunque sólo sea por dentro. Pero hazlo. Porque hay recuerdos que son como balas. necesitan que abras aún más una herida que parece pequeña, para sacar todos esos trocitos de plomo que no puedes ver por fuera, pero te matan por dentro. Abre esa carpeta de fotos que no has podido volver a mirar, mientras escuchas vuestra canción.
Y después de todo eso, sonríe.

Sonríe.
Porque sigues viva. Tu pecho aún se mueve al respirar, tu corazón, aún late. Nadie ha vuelto a disparar una bala con tu nombre, porque ya no había guerra y ya nadie te buscaba. Porque ya te han encontrado, y ha sido porque tú has querido. Porque por mucho que creamos que si no miramos podremos olvidar, no es así.
Olvidar es algo involuntario y si intentamos hacer algo para que eso ocurra, jamás pasará.

Coge ese maldito vaso y bébetelo de un trago. Porque nada sale sin ser digerido antes.



4 de septiembre de 2015

Instantes.

Lo curioso de la vida y lo que siempre más me sorprendió fue lo equivocados que estamos respecto a los recuerdos.
Hay tanta gente que se esfuerza e crear recuerdos perfectos que se olvida de la espontaneidad de una sonrisa.
Que al final no vas a recordar aquella intermible cuenta que pagaste en ese restaurante sino lo bonita que se veía con la Alhambra al fondo, lo inocente de aquella risa que supiste provocarle hasta que cayó en la carretera y no quiso levantarse por mirar al cielo, aquella vez que la cogiste en volandas y empezaste a girar con ella hasta que cayó mareada en la arena queriendo pegarte y a la vez tan solo estrujarte, esa vez que la miraste cuando el sol daba en sus ojos y tenían el color de su pelo y pensaste si habría mujer más guapa, esas largas horas bajo el agua buscando un tesoro que no sabíamos que teníamos al lado.
No creo que la felicidad se pueda concebir continuamente en tu vida. Puedes estar bien y en armonía contigo mismo sintiendo que no necesitas nada más para estar mejor. Pero la felicidad se encuentra en esos momentos. Esos instantes que no te da tiempo ni a evaluar qué más necesitas porque la risa inunda tu cara, tus ojos, tu pecho... A ti. Creo que la mente no puede estar más en blanco y en paz que cuando ríes, y qué bonito es reír. Livesmiling.

2 de septiembre de 2015

Caídas.

Creo que una de las cosas que más miedo me dan en este mundo es cuando me fallo a mí misma. Cuando la perspectiva que te ofrece el tiempo te hace mirar atrás y ver que te fallaste, que no diste todo lo que podías dar, que caíste al suelo cuando aún te quedaban muchas fuerzas para caminar.
Debemos valorarnos nosotros mismos, pues nadie lo hará igual. Nadie. Nadie tiene tus piernas para saber cuándo van a flaquear ni tus ojos para saber qué cosas te enseñó la vida. No dejes que nadie te haga pensar que no mereces ser como eres, pues será entonces cuando te estés traicionando a ti mismo.

28 de agosto de 2015

Arrugas.

Un profesor cualquiera, en un colegio cualquiera de cualquier día del año.

"Ten, coge este papel y arrúgalo tanto como te plazca. Cuando termines, dáselo a tu compañero, que lo estire y vuelva a arrugarlo. Así, hasta que llegue al último de la clase."

Los alumnos, extrañados por aquella peculiar tarea, comenzaron a prestar atención, tal vez más curiosos que interesados en cualquier otra lección.
Una vez hubo acabado el último, éste le entregó un papel que apenas se sostenía en las manos.
Fue entonces cuando el profesor se acercó a la mesa de una chica que había decidido no participar, pero había estado observando.

"Toma Marina, tu corazón".

La chica, extrañada, cogió aquel papel maltrecho y lo colocó en su mesa mientras lo miraba.

"¿Dime, sabrías decirme quién hizo esta arruga de aquí? ¿Qué arrugas hizo el número 15 de la clase? ¿Y el 20?"

Todos miraban a Marina expectantes, quizás intentando recordar qué arruga era de quien.

"La verdad es que no lo sé, profesor".

Entonces, el profesor cogió a la chica de la mano, sacándola de aquella clase y la llevó a otra habitación donde se encontraba un chico. No parecía curioso, ni mirón, al igual que todos sus compañeros de clase, ni siquiera levantó la vista de su tarea cuando ella entró.

"Hola Alexander, traigo más papeles para reciclaje".

El profesor sacó una bolsa con papeles entre los que se encontraba el corazón de Marina y se la dio.
Al cabo de unos días el profesor volvió a entrar en clase y justo antes de empezar la lección, paró delante de la mesa de la chica y le dejó una carta encima de la mesa:

"Puede que nos duela, sobre todo las primeras veces, esas que recordamos y vemos las arrugas en el papel con mayor nitidez. Sabemos decir quién hizo esta línea, por qué esta otra. Pero al final van pasando los años y con ellos, vamos sumando decepciones. Hay tantas arrugas en el papel, que hace tiempo nos perdimos. Por mucho que intenten estirarlo ya no pueden disfrutar de su trazado, todo está escondido por esas malditas arrugas que nadie, a estas alturas, se va a preocupar de quitar. Pero es entonces, cuando todos están pendientes de si finalmente tu papel se desmoronará, cuando en tu vida se cruza alguien que no habías visto nunca. Ahí, tan cerca y tan lejos de tu día a día. Y esa persona no le va a importar de dónde vienes, ni siquiera se va a preocupar de girarse para juzgarte. Y será esa persona, la que jamás quiera pedir tu corazón para estirarlo y poder ver mejor sus arrugas, sino la que siempre va a preocuparse de que no te vuelvan a doler, que no las vuelvas a ver allí, en un papel donde siempre debió haber una bonita historia escrita".

Y fue entonces, cuando la última palabra de aquella carta retumbaba aún en los pensamientos de Marina, cuando otro papel, reciclado y sin escribir, cayó en la mesa.
Levantó la mirada y vió sus ojos claros, achinados de sonreír, que la miraban por primera vez.

"¿Quieres escribir conmigo?"


4 de julio de 2015

Pasión, imperfección.

He crecido rodeada de pseudoperfecciones que creía correctas. De creencias que casi creía mías cuando simplemente eran pensamientos preestablecidos y enseñados por el ambiente en el que me ha tocado vivir.
Personas que buscan aparentar y tapar lo que "está mal" porque fulanita se lo contará a la del cuarto y terminará difundido por el barrio.

Estoy demasiado harta de intentar aparentar algo que no soy y de buscar cosas que realmente sólo encajan en el ambiente en el que vivo.
He conocido a personas que me han demostrado saber más de biología que yo misma. He conocido gente que te desmonta el motor de un coche sólo por ser observador. Personas que cogiendo un boli bic todos los días han terminado tatuando a jugadores de fútbol.

Os hablaré de algo que se sale de mi ambiente y de mi confort.

Pasión.

La pasión y el deseo por algo, es lo que realmente mueve corazones, la sangre, la curiosidad. Saber.

Estoy harta de no aceptar ciertas cosas de mí misma sólo porque se supone que están mal.

Siento pasión por la imperfección, por las cenas en el maletero de cualquier coche abierto mirando al mar, por esas camas improvisadas entre tus brazos debajo de un árbol, de la arena de una playa, de una borrachera que acabe en risas después de que te tire de la cama.

Que quiero alguien que no me lleve a un restaurante caro y crea que así me acordaré de ese día. Que valoro más aquella mesa de la terraza en invierno en la pizzeria de la esquina de una calle que cualquiera de tus regalos.

Quiero alguien que me putee y que me mime, que me enrabie y que abrace, que me odie y que me ame. Todo a la vez. Que tenga que parar un momento antes de tocarme porque no sabe si quiere llenarme a besos o torturarme hasta que suplique.

Sentir pasión, sentirme viva, tuya, imperfecta.


19 de junio de 2015

Cuídate, cuídate de mí.

Cuando te enamoras de una persona tienes ese sentimiento de que siempre está cerca. 
De repente, te encuentras en ese duermevela abrazado a una almohada que cobra su forma. Vas caminando por la calle y su perfume se mezcla con esa brisa que acaricia tu cara.
Y una vez más te encuentras palpando una cama fría en la oscuridad, buscando sus ojos entre miradas que anhelan que las veas como un día le veías a él. 

Pero, la verdad es que si fuera tú,  tampoco me enamoraría de mí. 

No voy a recordar tus besos, ni aquella cena con vistas, ni aquella vez que hicimos el amor.
No voy a buscarte  si huelo tu perfume, ni voy a dejar que entres en mis sueños cuando esté durmiendo.
Si fuera tú,  me cuidaría de mí. 

Pues sólo voy a recordar cómo me hiciste sentir, aunque sea en un banco roto de recuerdos, aunque fuera el día más frío del año y sólo pudiéramos conformarnos con calentarnos las orejas.

Me cuidaría de esas libretas que ya escribía antes de ver el Diario de Noah, por si alguien quiere recordarnos. Por si me olvidas. Por si te olvido.

Me cuidaría de mis miedos. Esos que siempre se acaban cumpliendo. Te diré por qué no fue suficiente.  Te diré por qué no pude quererte como lo quise a él. 

Me enseñó a amar, un amor sincero, un amor inocente y lleno de ilusiones. Vivir el día a día con la única esperanza de que me escribiera, de que mereciera la alegría,  un día más.  Ser feliz con verle sin tocarle, ser infeliz por no ver una sonrisa en su rostro. Sencillo.

No fue suficiente desde que la obsesión cegó el amor.


Que no hace falta que pase nada, sólo necesito verte, tomarnos algo, ver tu sonrisa.
Que nunca vamos a poder tener nada duradero pero te quiero en mi vida, no ahora, sino para siempre, que sigas enriqueciéndome y sorprendiéndome como lo hacías. Es increíble que cada día vea cosas más increíbles en ti, que cada día me sigas demostrando que una misma persona te puede fascinar.
Eres una persona sencillamente extraordinaria, y te echo de menos.

7 de junio de 2015

Érase una vez...

Tez morena, marinero.
Cuéntame qué cantaron las sirenas para verte encallado en ese puerto, que dijiste jamás pisarías,  enredado entre los nudos de su pelo.

Dime, qué ha pasado con todos esos mares que no surcaste, con esos tesoros sin mapa.

¿Mereció la alegría tanta pena y tantas olas que la proa cortó,  por una sonrisa?

Escuchaste tantos finales felices que al final creíste que tu ruta era equivocada, tan solo fue la vida preestablecida de todo el mundo, que engañó la belleza de la escritura de tu propio cuento.

Marinero déjame ser la protagonista de tu historia.
Quiero ser la Blancanieves que nunca coma una manzana, quiero ser la Cenicienta que nunca pierda su zapato, pero sobre todo quiero ser la Bella que nunca se enamore de la Bestia.

Marinero deja ese puerto, sal de tu confort de nuevo. Sólo quiero ser diferente, juntos, que entiendas mi diferencia como algo hermoso, aunque a la vista de otros sólo sea raro. Aunque acabemos perdidos en el fondo del mar y los corales cubran nuestro barco, nunca lo sabremos si no partimos.

Y érase una vez un fueron felices sin perdices.


5 de junio de 2015

Vinilos.

Qué insignificante parece todo frente al mar.

Oscura belleza rota por el reflejo de una luna llena que muere allá donde también mueren las olas... junto a sus pies, queriendo para él una lágrima, un recuerdo más de una historia inacabada.

Que hay caminos de fuego en esa arena que pisamos otrora,  que por mucho que el agua los moje, jamás dejarán de quemar bajo sus pies. Y terminas esquivándolos, pues dicen que hay que evitar aquello que hace daño.

Hay personas que guardan todos esos ecuerdos en discos.
Unas deciden escucharlos una y otra vez, aunque duela, esperando que algún día deje de sonar, de girar en torno a ellas.
Otras procuran verlos desde otra perspectiva,  otro momento de su vida, pero nunca olvidar.
Otras, por su parte,  prefieren grabar encima otras canciones, otros recuerdos para no volver a verte bailar vuestra canción, que no les queme la arena...

Dime, ¿qué vinilo quieres tú?



3 de junio de 2015

Muros de cristal.

Hay momentos en la vida en los que deseas con todas tus fuerzas parar el mundo, bajarte o precipitarte, cualquier cosa antes que seguir viendo cómo todo sigue igual.

Impasible.

Pero sigue girando, da tantas vueltas en tu vida que al final te mareas, tropiezas y caes. Y te encuentras gritando desde el suelo, pidiendo que tu ayuda sea escuchada, esperando ver una mano conocida caer desde el cielo.  Pero no.

Soledad.

Te pones a andar esperando llegar a algún lugar... de ninguna parte. Y en ese momento chocas contra un muro. Y es en ese momento cuando alzas una mirada que llevaba mucho tiempo mirando un suelo que nada tiene que ofrecerte y te das cuenta de que hay alguien justo enfrente de ti, mirándote con cara de cansancio y extrañeza.

Eres tú.  Tu reflejo.

Y es que hay momentos en la vida en los que necesitamos chocar contra un muro de cristal que la vida nos pone delante para darnos cuenta que cuando más perdidos nos creemos, siempre quedarás tú mismo. Que necesitamos el silencio de la soledad para escuchar el latir de un corazón que aún sigue ahí,  contigo. Que siempre ha latido por ti y sufrido los daños de tus caprichos.

Creo que es hora de devolverle el favor y querernos con todo nuestro corazón.


2 de junio de 2015

Querido Homo Sapiens.

Desde pequeñita he sentido una afinidad especial por todo lo no Homo Sapiens. Y prefiero referirme a nosotros con este término pues humano y humanizar tienen unas connotaciones que creo no merecemos.
Podemos equivocarnos, todos lo hacemos... pero en qué momento y qué clase de ser divino nos dio la posibilidad de hacer daño.

Admiro la naturaleza.
Admiro su capacidad de brindarnos con un solo vistazo una belleza incomparable.
Admiro cómo seduce mis sentidos. La ingravidez del mar, mi pequeño paraíso de escape. La soledad de maravillas que te ofrece, el sonido de las olas al romper, las burbujas al escaparse de tu boca, ese pulpo que te mira curioso sin saber que hemos sido nosotros los que los estamos, literalmente, aniquilando. Dulce ignorancia, sin saber qué es el rencor.

Y es que en la naturaleza nada se esconde, nadie te va a hacer daño sin saber que podía pasar, no había maquinación, instinto maquiavélico.
Sabes que una hiena si puede va a matarte y comerte.
Sabes que un rinoceronte te embestirá si te metes en su territorio.
Sabes que esa preciosa flor de colores llamativos es venenosa o sería insignificante.

Tal vez deberíamos aprender más de ellos.
Que las hienas no nos coman el corazón, ni dejemos a los extraños pasar tan fácilmente en nuestro territorio, por muy bellos colores utilicen para engañarnos.

Siempre he amado la naturaleza, su belleza, su paz, su sinceridad. Y la verdad es que siempre lo haré.

Espero que estés allá donde siempre debiste estar pequeña, pues este mundo no te merecía.

Buenas noches, Shira.

28 de abril de 2015

¿Despertar o seguir soñando?

Esta noche tuve un sueño,
y digo uno
pues no era de ambos...
Sólo dos personas que un día dijeron conocerse,
sólo, dos personas, que un día podían mirarse
y no dolía.

Y puede,
que en este sueño y no realidad
podamos acercarnos a una orilla y no nos moje la distancia.

Esa distancia que un día nos separó,
esa distancia que dos cuerpos separa,
abismos.

Los mismo abismos que cavaron las palabras,
esas, que un día los unió...
Eres todo para mí, no eres todo lo que busco
No existe nadie más, he conocido a alguien
Te quiero vida,
fuera de mi vida.

Y qué sé yo,
puestos a soñar
digamos que recorrieron todos esos kilómetros de heridas
que se miraron a los ojos
que la cogió de la cintura mientras la tumbaba en la arena
que se tendió a su lado y agarró su mano.

Y puestos a soñar,
por qué no decir que cerró sus labios en un beso,
digamos que acarició su piel dejando un camino de fuego,
mejillas,
labios,
cuello,
pecho...
que de repente se giró
acercó sus labios a su cara y susurró...

despierta.

9 de abril de 2015

Nosotros.

Hoy es uno de esos días en que te diría todas esas cosas que nunca escuchaste…
de mí,
de ti,
nosotros.

Un nosotros que ya no existe y que aún espera que tus ojos le cuenten qué significó para ellos.
Si tal vez vieron su final
o tal vez aún sigan escribiendo con cada mirada.

Porque los míos, aún te buscan
mis manos, aún te tocan...
En cada banco, en ese banco
En cada mirada, tu mirada.

Y ojalá, pero no puedo
no puede decirte que encontré otra igual
Y en realidad, no sé si mis labios podrían decirte que me volví a encontrar…
Mejor que allí, entre tus brazos
Tú.

Pretérito
Pretérito de tus ojos
Pretérito de tus labios
Pretérito de un nosotros que fue nuestro y de nadie más
Y tengo que tragarme ese orgullo que a veces me ahoga en el mar de tu recuerdo
Y decirte, decirle a mi corazón
Que hoy,
hoy te necesito
Aunque no de forma diferente a la que ayer lo hacía
Ni la de antes de ayer,
Ni aquel, nueve de abril.

Y érase una vez algo que no fue,
Que no fuimos
érase una vez, porque no fue dos
Y mucho menos tres.

No fuimos,
Ni tu
Ni yo

Nosotros.