UA-67133534-1 Livesmiling.: abril 2016

22 de abril de 2016

Agorafobia

Nos educan diciendo que no hay que aceptar los miedos, que hay que enfrentarse y luchar hasta que no nos queden fuerzas.
Pero nadie se atreve a decir que una de las mayores valentías, es saber rendirse a ellos. Porque si fuera fácil, todo el mundo lo contaría, habría libros narrando historias de las personas que supieron rendirse a tiempo.

Yo te pido que te rindas.

Claudica en esa isla de temores, donde nadie te comprende, que por mucho expliques que sus olas son demasiado altas, todo el mundo responde que no será para tanto, que cojas una barca y que vuelvas.
Y tú te pones a construir la dichosa barca y te dispones a salir a remo y una y otra vez tu barca se hace añicos, clavándote astillas y dejando cicatrices allí donde nadie puede curarlas. 

Hola, te escribo desde mi propia isla, esperando que esta frágil botella de cristal resista tus olas. Tú lo decides.
Porque muchos prefieren resguardarse entre muros de ellas, sin ver la belleza que su fuerza entraña.
Y tú eres increíble tal cual te ves como para andar luchando desde tu muralla. Perdiéndote un mar donde nadan todos tus conocidos, por seguir luchando por calmar una tempestad que todos llevamos dentro, aunque muy pocos sepamos verla.
Porque si de verdad quieres salir de esa isla, tienes que sumergirte en ese mar y rendirte a él para que la resaca te arrastre y un barco pueda llevarte de nuevo a puerto.
No, no será fácil. Pero me río de aquel que dijo que rendirse era la opción de los cobardes. A veces, es necesario dejar de luchar para ver que la causa de nuestra guerra no era tan importante como tu cabeza quería que creyeras. Porque esas olas siempre estuvieron ahí, contigo, aunque estuvieran en calma.

Y tú, ¿eres tan valiente como para rendirte?