UA-67133534-1 Livesmiling.: noviembre 2016

16 de noviembre de 2016

Eres.

Por esas veces que no supe verte, aún cuando tu luz era la única que podía alumbrarme… sacar esa oscuridad que a veces me consume, porque es nuestra alma la que levanta las peores tempestades y apaga las velas que hemos ido colocando en nuestro palacio de cristal. Ese cristal que como hielo se derrite, derramando nuestros ojos, dejando surcos en ese maquillaje que intenta disimular un dolor que tal vez sólo puedes ver tú. Y te culpas, una y otra vez, porque quieres ser comprendida, pero a la vez sabes que en esta lucha el monstruo con el que peleas es una verdad, que duele mucho más que la mentira que quieres creer.

Sería tan bonito volver a poder reír, a pintar cuadros que colgar en ese museo. Porque soy coleccionista y me encantaría recorrer los pasillos de recuerdos.
Encontrarme.
Encontrarnos, allí donde nos olvidamos. En esa esquina donde los cuadros se coloreaban de un naranja, no como el pelo Effie, sino de ese naranja atardecer, avecinando la noche oscura. En esa noche de domingo donde la verdad, tu verdad, te acecha. Porque no hay nadie más, no tienes que ser novia, madre, hija… tú. 

¿Quién eres cuando eres tú, y nadie más?

Para mí eras esa canción que te erizaba y me dejaba ver tu vello al trasluz de la ventana. Esos momentos en los que no tenías ni un segundo y, de repente, parabas tu día para ver cómo un vagabundo en la puerta de una iglesia, que no tenía nada más que la compañía de su perro, se levantaba para ayudar a una anciana, llena de collares y anillos, a sortear el escalón con su andador. Y sonreías… reflejando en tus ojos una esperanza que pocas personas pueden ver en los pequeños gestos. Porque creías ser todo lo que hacías, todo por lo que luchabas, todo por lo que creías que sería un futuro… sin darte cuenta que eras mucho más bello cuando eras tú, y nadie más. Sin todas esas obligaciones que gastaban tu tiempo. Que ERAS allí sentado en el autobús de camino a cualquier sitio, donde observabas cómo una abuela en el parque sonreía cuando veía a su nieto correr.

Eras donde te veía al desnudo. Y hablo de cuando te desnudabas sin quitarte la camisa. Cuando te olvidabas de eso que te preocupaba, de eso que mañana, que pasado, que el sábado, que… ahora. De esa desnudez en la que eras: ahora.

Ahora me estás leyendo, eres mío. Eres.