UA-67133534-1 Livesmiling.

21 de enero de 2022

Una vez me perdí. No en laberinto o en una ciudad desconocida. Me perdí. A mí. Me entregué tanto que cuando la otra persona se fue me quedé sin nada. Me avergonzaba cómo me veía. Creer que todo lo que hacía, lo hacía porque al otro le gustaba. ¿No tenía hobbies propios? Sentí que si hacía algo, la gente pensaría que era porque le echaba de menos. 
Desde aquel día me preocupé por construir unos cimientos que fueran míos y de nadie más. Tenía tanto miedo de quedarme desnuda de nuevo, de no reconocerme en mis actos. Siempre el miedo. Ese viejo amigo. El miedo mueve montañas, y también las construye. Y me construí una, que se llama Kuka y nada más. Creía que así sería feliz, que había salido indemne, que había conseguido llegar a la cima tras tanto dolor, tanta pena por mí. Pero las heridas grandes dejan cicatrices.
Mi cicatriz rodea mi montaña, me aísla y me cuesta crear puentes para compartirla. Ese es mi daño, tener miedo a que me vuelvan a robar. Mi Kuka soledad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario